El Camino, Miguel Delibes
Año de Publicación: 1950
Trama: Daniel, el Mochuelo, ha de partir a la ciudad a comenzar sus estudios; estudios que no quiere comenzar. En una noche, en la última noche antes de abandonar el valle, recuerda los momentos vividos en su pueblo.
Valoración personal
Leí esta novela, primero, porque era obligatoria; segundo, porque me apetecía o, como diría Holden Caufield en El guardián entre el centeno, estaba en vena. Tarde o temprano la habría leído, pero habría tardado bastante más en empezarla.
No cuenta con una trama espectacular, y, si la tuviese, sería difícil que me hubiese gustado más, aunque quizás de otra forma diferente. La he disfrutado tal y como la he leído: simple, dulce, tierna, nostálgica, triste, bulliciosa y alegre.
Es la puerta a un cambio y a una nueva etapa, un saludo a un camino no elegido, y una despedida a atodo lo vivido antes, y cómo esta vida anterior desfila en una noche, bajo las estrellas, ante los ojos de Daniel, el Mochuelo, con todos los momentos divertidos, alegres, melancólicos.
Desconozco qué le parecerá al resto, pues no he discutido aún con nadie acerca de la obra, pero sí sé que a mí me ha maravillado la forma en la que retrata la mente de un chico de una forma tan verosímil, y la forma en la que Delibes musetra con tanta ternura y cariño qué es la vida, qué es el tiempo.
Sinceramente, la recomiendo infinitamente, y ahora, gracias a ella, me fijo más en el tañido de las campanas, si las oigo.
Trama: Daniel, el Mochuelo, ha de partir a la ciudad a comenzar sus estudios; estudios que no quiere comenzar. En una noche, en la última noche antes de abandonar el valle, recuerda los momentos vividos en su pueblo.
Valoración personal
Leí esta novela, primero, porque era obligatoria; segundo, porque me apetecía o, como diría Holden Caufield en El guardián entre el centeno, estaba en vena. Tarde o temprano la habría leído, pero habría tardado bastante más en empezarla.
No cuenta con una trama espectacular, y, si la tuviese, sería difícil que me hubiese gustado más, aunque quizás de otra forma diferente. La he disfrutado tal y como la he leído: simple, dulce, tierna, nostálgica, triste, bulliciosa y alegre.
Es la puerta a un cambio y a una nueva etapa, un saludo a un camino no elegido, y una despedida a atodo lo vivido antes, y cómo esta vida anterior desfila en una noche, bajo las estrellas, ante los ojos de Daniel, el Mochuelo, con todos los momentos divertidos, alegres, melancólicos.
Desconozco qué le parecerá al resto, pues no he discutido aún con nadie acerca de la obra, pero sí sé que a mí me ha maravillado la forma en la que retrata la mente de un chico de una forma tan verosímil, y la forma en la que Delibes musetra con tanta ternura y cariño qué es la vida, qué es el tiempo.
Sinceramente, la recomiendo infinitamente, y ahora, gracias a ella, me fijo más en el tañido de las campanas, si las oigo.
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